quimeras, ladradores, y ruidos y muros atrás.
El negro ilumina con verde tu andar,
y así sigues hasta que en la cima los rayos te hacen frenar.
El verde viene, el rojo se va,
la rutina vuelve a comenzar.
La caleta, estampidas, cachorros,
ancestros y la cuna de asistentes van.
Los cristales se mueven a diestra y siniestra,
de arriba a abajo y más abajo.
Las luces desvanecieron, entran las minas,
café, negro; piedra o barro, formas variables.
Ya aparece la segunda casa de los guardianes,
un verde rayo lento amarrado al cielo.
Suenan las plateadas y doradas,
y así la entrada al fin del paraíso,
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